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Al conmemorar este 23 de septiembre, no solo celebramos logros históricos, sino que también reflexionamos sobre los desafíos que aún enfrentamos.
Cada 23 de septiembre, la Argentina celebra el Día de los Derechos Políticos de las Mujeres, una fecha significativa que conmemora la histórica sanción de la ley 13.010 en 1947, que otorgó a las mujeres el derecho al voto. Este hito no fue un hecho aislado, sino el resultado de décadas de lucha por parte de valientes sufragistas que, desde principios del siglo XX, se organizaron y alzaron sus voces en favor de la igualdad política.
Estas pioneras, enfrentando resistencia y discriminación, sentaron las bases de lo que hoy consideramos un derecho fundamental. Figuras emblemáticas como Alicia Moreau, Julieta Lanteri y Eva Perón fueron claves en esta batalla, logrando abrir caminos hacia la inclusión de las mujeres en la vida política del país y transformando la percepción de su rol en la sociedad.
Sin embargo, este logro representó solo el primer paso en un largo camino que exigió la implementación de políticas concretas para garantizar la participación efectiva de las mujeres en la política. La ley de Cupo Femenino (ley 24.012), aprobada en 1991, estableció que al menos el 30% de las candidaturas debían ser ocupadas por mujeres. Posteriormente, la Ley de Paridad de Género (ley 27.412), sancionada en 2017, avanzó aún más al exigir una representación femenina del 50% en las listas electorales. Estas leyes marcan un avance hacia una mayor inclusión, pero es fundamental recordar que la simple presencia de mujeres en la política no garantiza igualdad de condiciones.
Además, la Ley de Identidad de Género (ley 26.743), sancionada en 2012, y las reformas al Código Electoral Nacional han permitido que personas trans y no binarias puedan modificar su nombre y género en documentos oficiales, facilitando su acceso a la votación y otros derechos civiles. Estas medidas han sido un paso crucial en la lucha por la igualdad de derechos para todas las identidades de género en el país.
Desde Grow – género y trabajo, entendemos que las leyes de paridad no siempre van de la mano con cambios culturales y sociales profundos. Aunque la inclusión de mujeres (y, en menor medida, de personas trans y no binarias) en las listas electorales representa un avance significativo, esta participación visibiliza otras desigualdades persistentes en nuestra sociedad. La violencia simbólica, manifestada a través de estereotipos y mensajes que deslegitiman la capacidad de las mujeres para ejercer liderazgo político, sigue siendo un obstáculo que limita su participación efectiva. Estas barreras culturales requieren un abordaje integral y sostenido para ser desmanteladas.
La inclusión de la violencia política en normativas como la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (2009) y la Ley Micaela (Ley 27.499), que obliga a la capacitación de todos los funcionarios públicos en temáticas de género, son herramientas fundamentales para visibilizar esta problemática. Sin embargo, nuevos desafíos emergen a medida que las mujeres ganan espacio en el terreno público. Las redes sociales se han convertido en un terreno fértil para el acoso y las campañas de desprestigio hacia mujeres políticas, quienes son víctimas de ataques misóginos diseñados para desalentarlas y silenciarlas, lo que refleja la resistencia a su presencia en la política.
En respuesta a estos desafíos, en Grow – género y trabajo hemos implementado ejercicios dinámicos e inmersivos que promueven experiencias reflexivas. Estas capacitaciones abordan la violencia simbólica y digital, creando espacios donde las personas participantes pueden cuestionar y desaprender prejuicios que afectan su labor diaria. La participación de mujeres en la política genera un efecto multiplicador en diversas áreas, ya que su presencia en posiciones de liderazgo puede contribuir a la formulación de políticas más inclusivas y a la atención de temas que afectan a las comunidades de manera más integral.
Al conmemorar este 23 de septiembre, no solo celebramos logros históricos, sino que también reflexionamos sobre los desafíos que aún enfrentamos. La lucha por los derechos políticos de las mujeres continúa, y es fundamental abordar las formas de violencia que persisten. Desde Grow – género y trabajo, reafirmamos nuestro compromiso con la igualdad de género, honrando a todas aquellas mujeres que, con su esfuerzo, sentaron las bases para los derechos políticos que hoy disfrutamos. Sigamos trabajando colectivamente para construir un futuro más equitativo, donde la participación de todas las voces en la esfera política sea la norma, y no la excepción.