Visibilizar la violencia simbólica en la música: ni cultura de la cancelación ni fin de las metáforas
La violencia simbólica es aquella que se da en el plano cultural. A diferencia de otros tipos de violencia, como la física, la violencia simbólica es invisible. Se produce en los medios, en la publicidad, en los ámbitos educativos, en la música. Y de esta manera construye sentidos, que se reproducen en distintos ámbitos de la sociedad.
Históricamente, la música ha sido un espacio de transmisión de este tipo de violencias. Reivindicaciones de femicidios, sexualización de la mujer, apología del acoso, reproducción de diversos estereotipos (mujer tonta, traicionera, sumisa, conflictiva, histérica, entre una larga lista). Dominada por varones, la industria de la música relegó a las mujeres a un lugar subordinado, y al mismo tiempo se ocupó de generar sus propias narrativas, sexistas y heteronormativas.
Y no se trata de un género ni un artista en particular. Desde el tango con sus orígenes, hasta el reggaeton hoy, pasando por el rock, el pop, la cumbia, y casi cualquier género, en la música siempre se han reproducido -y se siguen reproduciendo- este tipo de discursos.
Muchas canciones de hace algunas décadas -o quizás solo algunos años-, parecen inimaginables hoy, al calor de los debates del último tiempo. Otras siguen repitiendo letras como si nada hubiese cambiado. No obstante, algunos artistas han reflexionado, y dejaron de cantar canciones por considerarlas violentas y ajenas a los tiempos actuales.
Es que la música, como fenómeno cultural, es producto de su momento histórico. Y lo que se cantaba hace un tiempo hoy es visto con otros ojos. Es así como muchas canciones de hace 30, 40 o 50 años podían narrar explícitamente femicidios y convertirse en hits. Y aunque hoy esas letras serían condenadas de inmediato, muchas otras, aunque no lleguen a explicitar situaciones de violencia física, siguen reproduciendo estereotipos de mujer.
Ni cultura de la cancelación ni el fin de las metáforas
Desde Grow no es nuestra intención condenar géneros musicales ni artistas en particular, tampoco promover la cultura de la cancelación, que apunta a invisibilizar al sujeto más que a pensar en las condiciones que hicieron posible que ciertos mensajes fueran emitidos. Tampoco nos parece deseable desarrollar una mirada tan literal sobre el lenguaje que más que crítica, termine por eliminar cualquier posibilidad de metáfora.
Nuestro objetivo, con esta campaña anual de visibilización y sensibilización sobre la violencia simbólica, es poder prestar atención a la gran cantidad de discursos a los que estamos expuestos/as y que como sociedad hemos naturalizado y reproducido. Reflexionar sobre qué nos dice la cultura -en este caso particular, la música- sobre los roles de género, las corporalidades y las formas de relacionarnos.
Proponemos que los avances de los últimos años sirvan para revisar nuestra cultura, no para condenar ni señalar sino para elaborar nuevas narrativas que acompañen las transformaciones y puedan promover una sociedad más justa e igualitaria.