Violencia de género y acoso laboral: qué deben analizar Estado, sindicatos y empresas
El 25 de junio entra en vigencia el Convenio 190 de la OIT. Qué analizan los principales actores del mercado laboral para trabajar contra la violencia y el acoso.
Nota publicada en Columnistas el 10/7/2021.
Por Georgina Sticco
El 21 de junio de 2019, en la Conferencia Internacional del Trabajo, fue aprobado el Convenio 190 sobre violencia y acoso laboral por representantes de gobiernos, sindicatos y empresas de los 187 países miembros de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Fue una jornada histórica: luego de 10 años se alcanzó un consenso que afectará las relaciones laborales de todos y todas los/as trabajadores, sean formales o informales. Desde entonces, al menos seis países lo han ratificado, entre ellos Argentina, Ecuador y Uruguay.
El próximo 25 de junio entrará en vigor, lo cual implica que el Estado, los sindicatos y las organizaciones de empleadores, deben consensuar un plan para su implementación: desde la adaptación de los conceptos de violencia a los nuevos presentados por el convenio, hasta el seguimiento de su correcta ejecución, de manera tal que todos y todas puedan gozar de este derecho: de un trabajo decente libre de violencia.
Desde Grow consideramos que representa un antes y un después en la manera de entender y abordar las relaciones interpersonales en el trabajo, visibilizando la responsabilidad de cada institución en la promoción de culturas de trabajo libres de violencia.
Nuevos paradigmas en relación a la violencia
El espíritu de este convenio es promover la transformación cultural, proteger y resarcir a las víctimas. Esto se observa en el corrimiento del análisis sobre las situaciones de violencia: de analizar la intencionalidad de quién ejerce la violencia, se pasa a escuchar a la persona que la sufre, cuál es el daño físico, psicosocial, económico que sufrió o podría sufrir.
De esta manera, habilita tratar comportamientos violentos, aún de personas que no perciben que lo están haciendo, y en función de la gravedad de la situación, ofreciéndoles herramientas para que cuenten con la posibilidad de modificar su comportamiento en el futuro.
Esta consideración es de gran importancia, dado que asume, que la violencia no es un tema individual sino un problema social: vivimos en sociedades que han legitimado a la violencia en todos los ámbitos sociales, y que se requiere de una revisión de nuestros códigos de comportamiento para lograr entornos respetuosos de todas las personas.