Calculadoras rosas en tiempos de feminismo
¿Qué es lo que no entendieron los creativos de Casio?
Por Kathrin Ecke
“Queremos que las mujeres trabajadoras tengan una mejor experiencia al usar calculadoras que se adapten perfectamente a sus entornos de trabajo a través de un óptimo de usabilidad y diseños vanguardistas. Mujeres, Casio las seguirá apoyando a ustedes para que día a día brillen aún más en sus trabajos”.
Esas fueron las palabras con las que Casio anunció el lanzamiento de su nueva versión de la calculadora rosa en las redes sociales. Los comentarios irónicos y cuestionadores del público al que se dirigía el anuncio, como era de esperarse, no tardaron en llegar.
Sin embargo, algo que parece tan obvio luego de las reacciones que leímos en las redes sociales, pasó completamente inadvertido por la gente de la empresa. Pareciera que existen quienes aún no les resulta sencillo entender por qué tanto la calculadora rosa como el anuncio son ofensivos.
El problema no es contra el color per se. El problema es lo que el color rosa representa en este contexto. El problema es que al promocionar una calculadora rosa como una herramienta para que la mujer se sienta mejor en la oficina, no solo se subestima qué es aquello que hace que las mujeres tengan una mejor experiencia en su entorno de trabajo, si no que también se presenta a la calculadora como un objeto que si no es rosa, es un instrumento masculino.
Estrategia de marketing
Gillette, Dell y Bic ya han usado la misma estrategia de marketing para decirle a las mujeres que pueden usar sus productos, ofreciendo el mismo artículo pero de color rosa.
Esta dinámica de comunicación es sin dudas dañina. Primero, porque plantea un binarismo excluyente y discriminatorio. Segundo, porque nos dice que algunos artículos no están pensados para las mujeres pero que, en su versión rosa, es aceptable que los utilicemos. Estas prácticas construyen estereotipos delineando las conductas o elecciones que debería hacer cada quien según su género.
Este tipo de productos, además, ponen en evidencia la necesidad de capacitación en enfoque de género de las marcas. Tanto para la creación de sus productos como para la estrategia de marketing. Simplifican a las clientes mujeres considerando que por cambiar el color del producto pasa a ser aceptable para ellas.
Pink Tax: el costo extra para las mujeres
En este caso no conocemos cuál es el precio de la versión rosa y de la versión “tradicional” o neutra. Sin embargo, es muy conocida la práctica de que aquellos productos que tienen como característica especial el color rosa, tengan un precio considerablemente más alto por estar dirigido a las mujeres. Cobrar más por el mismo producto cuando es de color rosa o está dirigido a las mujeres es conocida como pink tax.
Estas prácticas son cada vez más visibles y repudiadas por la sociedad. En ese sentido, vale mencionar que la Diputada Nacional del Partido Justicialista por Río Negro, María Emilia Soria, presentó un proyecto de ley para incluir el principio de igualdad de trato en razón del género en la ley de defensa del consumidor. El proyecto busca impedir que si se trata de dos productos iguales, aquél que apunta al público femenino cueste más.
Por supuesto que las mujeres pueden seguir comprando el producto que está destinado a los varones y así evitar el sobreprecio. Sin embargo, toda esa investigación es un trabajo extra que se le agrega a la mujer, sin razón aparente.
La situación resulta más alarmante aún si tenemos en cuenta que las mujeres además ganan menos en relación a los varones, que son quienes registran las tasas más altas de desocupación y empleo no registrado, y que, también, son quienes cargan con la mayor parte en la distribución del trabajo de cuidado no remunerado.
El Estado de Nueva York presentó a finales de 2015 un estudio en el que mostró que las mujeres y niñas pagan un 7% más que los varones por el mismo tipo de productos. El estudio es el resultado de la comparación de 800 artículos incluyendo: ropa de adultos y de niñes, juguetes, accesorios y productos de cuidado y salud personal.
Lo positivo es que, más allá de este tipo de proyectos para cobrar e informar respetando y promoviendo la equidad de género, los consumidores tienen un poder que cada vez se hace notar con más fuerza.
Ayer fue Dell, hoy Casio y mañana seguramente será otra empresa. Las marcas necesitan escuchar a quienes compran sus productos, si quieren que los sigan comprando. Tanto empresas como consumidores podemos elegir y exigir ser inclusivos. ¡Seámoslo!
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