Por Mariano Gonzalez King
El cambio climático es uno de los grandes desafíos que enfrenta la humanidad y el planeta en las últimas décadas. Se trata de un fenómeno de largo plazo y alcance, originado por la degradación ambiental debido a actividades humanas. Sin embargo, sus consecuencias se manifiestan de manera cotidiana: olas de calor y frío extremo, expansión de enfermedades, incendios incontrolables y enormes daños materiales, ambientales y simbólicos.
El cambio climático antropogénico, es decir, aquel provocado por actividades humanas, implica variables ambientales alteradas, como el aumento de gases de efecto invernadero, la pérdida de zonas verdes y biodiversidad, entre otros. Esto refleja un conflicto entre modelos productivos, formas de habitar el planeta y, en última instancia, concepciones sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza.
Si bien el cambio climático y la degradación ambiental son problemas globales, sus efectos no se distribuyen de manera uniforme. Las mujeres, las diversidades y las comunidades vulnerables suelen enfrentar los mayores impactos debido a desigualdades estructurales que limitan su acceso a recursos, oportunidades y poder de decisión. En este contexto, la educación ambiental puede ser una herramienta clave para promover no solo la sostenibilidad, sino también la equidad de género. En este artículo, exploramos cómo la perspectiva de género y diversidad puede enriquecer las propuestas educativas y mejorar los impactos de las acciones ambientales.
La perspectiva de género en el análisis del cambio climático
Los datos muestran que las mujeres, especialmente en comunidades rurales o en situación de pobreza, son las más afectadas por las crisis ambientales. Por ejemplo, representan el 80% de las personas desplazadas por desastres climáticos, lo que las expone aún más a las consecuencias de estos eventos. Además, el cambio climático impacta directamente en tareas feminizadas, como la recolección de agua o la gestión de residuos.
Entender cómo el cambio climático afecta de forma desigual a diferentes personas permite ajustar las propuestas educativas para que sean más pertinentes y conectadas con la realidad. Fomentar la empatía se vuelve clave en este proceso, ayudando a generar una mayor sensibilidad hacia estas problemáticas.
Hacer visible lo invisible: el cuidado y el ambiente
La perspectiva de género también permite visibilizar los trabajos de cuidado, históricamente desvalorizados tanto económica como socialmente. Al vincular los cuidados con la sostenibilidad ambiental, se destaca su importancia para la vida en el planeta, a pesar de que muchas de estas tareas no tengan un valor económico reconocido.
Para abordar los desafíos climáticos de manera justa, es fundamental reconocer, fortalecer y redistribuir los trabajos de cuidado, como el reciclaje en los hogares o la producción de alimentos a pequeña escala. Incorporar esta perspectiva en la educación ambiental no solo visibiliza estas contribuciones, sino que fomenta un modelo de corresponsabilidad que promueve una distribución más equitativa de estas tareas.
Sostenibilidad y equidad: dos desafíos educativos
Durante décadas, los ambientalismos, los feminismos y, en su intersección, los ecofeminismos, han denunciado un sistema que destruye el ambiente, perpetúa la inequidad y pone en riesgo nuestro futuro. Estas corrientes también proponen alternativas basadas en nuevas formas de relacionarnos entre las personas, con la naturaleza y con los sistemas de producción.
La educación es la piedra angular para concretar estas propuestas, ya que permite formar sujetos comprometidos con la sostenibilidad y la equidad, pilares fundamentales para un cambio estructural.
Desafíos vigentes
Integrar la perspectiva de género en la educación ambiental no es solo una cuestión de justicia social, sino una estrategia esencial para encontrar soluciones sostenibles y equitativas a las crisis climáticas y ambientales. Incluir estas dimensiones en los programas educativos forma generaciones conscientes, capaces de construir un futuro en el que el cuidado del planeta y la equidad sean valores inseparables.