Debate electoral en Mendoza, un claro ejemplo de violencia política, simbólica y mediática contra las mujeres
Por Marisol Andrés
El pasado 25 de septiembre de 2019 se realizó el debate entre los/as candidatos/as a gobernar Mendoza. El encuentro fue transmitido por el Canal 7 de la provincia y en él confluyeron: Noelia Barbeito (Frente de Izquierda), Anabel Fernández Sagasti (Frente Elegí), José Luis Ramón (Protectora) y Rodolfo Suárez (Cambia Mendoza). Lo que parecía la ocasión ideal para conocer las propuestas de cada postulante, pasó rápidamente a segundo plano, porque el periodista que oficiaba de moderador, Andrés Gabrielli, comenzó a hacer preguntas machistas disfrazadas de “personales”.
Ante un futuro distópico en el que la Tierra es destruida por una guerra intergaláctica, le propuso a cada candidato/a que escogiera a quién salvar para continuar la humanidad: ellas solo podían elegir entre los dos varones y ellos, entre las dos mujeres. Luego, a José Luis Ramón lo hizo seleccionar un rol para cada candidata: esposa o amante. En ambos casos, los varones prefirieron responder que elegían a sus esposas, y fueron señalados por el conductor como “pollerudos” y “calzonudos”.
En otro momento, Gabrielli propuso asignarle un personaje de ficción a cada participante: Rodolfo Suárez sería entonces Alfred (el mayordomo de Batman), Anabel Fernández Sagasti, Mary Jane (la novia del hombre araña), José Luis Ramón el Guasón y Noelia Barbeito, Gatúbela.
El debate en estos términos provocó la reacción de quienes eligen comunicar con perspectiva de género porque representó una forma explícita de violencia mediática y simbólica, y contribuyó a invisibilizar –y reproducir– la violencia política contra las mujeres. Periodistas como Gabrielli muestran una función disciplinadora con los mensajes que transmiten: que la política no es para mujeres, que una pareja solo puede ser entre un varón y una mujer, que la única forma de hacer política es desde el desprecio y la ridiculización.
Desde Grow consideramos que existen otras formas de hablar de política y que los medios de comunicación y sus periodistas tienen un rol clave en la forma de construir estos sentidos. Es por esto que llamamos a los/as comunicadores/as a reflexionar sobre sus prácticas para que la violencia simbólica y mediática contra las mujeres deje de ser moneda corriente.
Violencias contra las mujeres
De acuerdo al informe del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), 8 de cada 10 legisladoras porteñas y nacionales vivieron situaciones de violencia de género a lo largo de sus carreras políticas. Los tipos más mencionados fueron la psicológica (50%) y la simbólica (28%) y en el 63% de los casos, provino de varones. Según el Foro contra la Violencia Política hacia las Mujeres y Disidencias, el 90% de mujeres, trans y travestis sufrió violencia durante su trayectoria política y el 88% fue víctima de “bromas” que ridiculizan su desempeño profesional.
Aunque ninguna de las dos investigaciones focaliza en el rol de los medios de comunicación, éstos, –en tanto generadores de opinión– pueden influir positiva o negativamente en sus audiencias. De acuerdo a ley nacional para erradicar la violencia contra las mujeres (Nº 26.485) es violencia simbólica aquella que “a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”.
A su vez, la normativa define a la violencia mediática como “aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres”.
El tratamiento diferencial de los/as candidatos/as por parte del periodista encargado de llevar adelante el debate reproduce claramente situaciones de dominación y desigualdad porque trata en mayor medida a las mujeres que a los varones como objetos, al mismo tiempo que las sexualiza y les asigna roles que naturalizan la asimetría entre los géneros (novia/esposa/amante).
Desde Grow firmamos junto a más de 44 organizaciones un Compromiso en Políticas de Género para el Periodismo y la Publicidad –impulsado por la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad y la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables–, con el objetivo de reducir el sexismo tanto en los contenidos como en las prácticas laborales.
Acordamos con la UNESCO, en que “adoptar una perspectiva de género en las noticias consiste en revisar cómo mujeres y hombres son afectados en forma diferenciada por un mismo hecho. Esto implica, por ejemplo, decisiones de enfoque periodístico, lenguaje, imágenes, fuentes y tipos de pregunta que se utilizan para narrar esa realidad. Una forma inicial de chequearlo es preguntarnos ¿cuándo y cómo aparecen las mujeres y los hombres en las noticias?”.