¿Qué está pasando en las industrias masculinizadas?
Mitos y transformaciones
Por Carolina Villanueva
Directora y Co-fundadora de Grow – género y trabajo
¿De qué hablamos cuando nos referimos a industrias masculinizadas? Según la definición de la OIT, todo grupo de trabajo que contenga menos del 40% de alguno de los géneros se encuentra en desequilibrio. Este criterio puede parecer muy exigente para algunas industrias donde las mujeres no abundan. Tras varios años de realizar diagnósticos en sectores y empresas del mundo del petróleo, la metalurgia, energía, cemento, construcción y otras, podemos afirmar que en general estas organizaciones tienen en promedio un 80% de dotación masculina.
¿Por qué no hay más mujeres ocupando puestos de trabajo en estas industrias?
Entre algunos motivos podemos encontrar que son lugares donde prevalecen muchos mitos en relación al tipo de trabajo que se realiza y a la capacidad de las mujeres para llevarlos a cabo. En muchas de estas industrias encontramos muy vigente el mito del uso de la fuerza física: se cree que la mayoría de los trabajos aún hoy requieren ‘‘personas fuertes’’, cuando en realidad casi todos los procesos están mediados por la tecnología.
Romper con equipos homogéneos de trabajo también es difícil. Allí, la inclusión de mujeres, irrumpe en los grupos de varones y se supone que trae mayor conflictividad. Por supuesto que la evidencia contradice eso ya que la inclusión de mujeres mejora el clima y el trato y reduce la violencia entre pares.
Por otro lado, también encontramos mitos en relación a la poca capacidad de liderar de las mujeres, a su extrema sensibilidad o a su incapacidad de tomar decisiones difíciles, que también operan a la hora de darles mayores oportunidades.
El famoso paternalismo protector también es frecuente, la idea de la necesidad de cuidar y ayudar a las mujeres del equipo, y si se puede incluso, hacer algunas de sus tareas. Esta falsa protección las discrimina y a veces las coloca en un lugar de vulnerabilidad y crítica frente a la mirada del equipo.
Una aclaración sobre el clima de trabajo, en estas industrias, como en tantas otras, es que se debe trabajar para mejorarlo. Se suelen escuchar chistes machistas, comentarios sobre la identidad de género, entre otros. Cabe destacar que en estas industrias aún falta un trabajo más profundo contra la violencia y el acoso. Se recomienda en ese sentido que avancen en el desarrollo de políticas de tolerancia cero a la violencia y el acoso, que generen protocolos de actuación y capaciten a toda su dotación.
Otra gran deuda tiene que ver con la infraestructura. Si bien hay avances en los uniformes para mujeres y en las medidas de protección, es baja la adecuación de baños y vestuarios en plantas y operaciones.
La diversidad en todos los espacios de trabajo enriquece las dinámicas laborales. Y este es el momento del cambio en las industrias masculinizadas, porque se pueden transformar las culturas institucionales y construir un ámbito de trabajo más amable, respetuoso y con múltiples posibilidades de crecimiento.