Por Georgina Sticco
Ante todos los tipos de agresiones sexuales, el beso televisado de Luis Rubiales a Jenni Hermoso puede que no nos parezca tan grave. Al final, es solo un beso. ¿Pero es así?
Recapitulemos:
- Esto sucedió solo días después de que Giani Infantino, el presidente de la FIFA dijera a las mujeres futbolistas: “elijan bien sus peleas, porque no pueden con todas”;
- Rubiales no solo era su jefe, era el presidente de la RFEF;
El debate está a flor de piel dado que esta semana terminó el juicio (pedido por la Fiscalía, no por Jenni). Los abogados de él alegan que se dejó llevar por la euforia, que no quería perjudicarla. Además, lo que se quiere poner en duda es si ella sufrió, y si ella consintió.
Pero no se pone en dudas que en la conferencia de prensa que dio pocos días después, le aumentó el sueldo al equipo técnico y dio su versión, diciendo que no fue nada, o justificando que como es padre de familia, obvio que no quiso dañarla.
Tampoco hablamos de que le “rogaron” que dijeran que no fue nada, para bajar el tono de la virulencia que tomó el tema. Después el ruego se convirtió en represalia: para “cuidarla” no la convocaron a Jenni a los próximos partidos, que ella si quería jugar.
PERO, existe el Convenio 190 de la OIT, ratificado también por España, que establece que la falta de intención de quién agrede no hace menos violenta ni con menor impacto a la acción realizada. Y hoy también sabemos que la falta de reacción de ella tampoco es indicación de consentimiento (que debería estar antes, no después).
ADEMÁS, es muy interesante destacar que la Federación SÍ tenía un protocolo, donde prohíbe específicamente “besos a la fuerza”, pero en el juicio Rubiales dice que él besa así a sus hijas, a sus amigos, y a otros jugadores, cuando está muy feliz. Sin embargo, algo que no se le repreguntó es si estas personas le han dado su consentimiento. No importa el vínculo que lo relacione a ellas, o cuantas veces él lo ha hecho, sino si quienes lo reciben, consienten. La frecuencia hace al hábito, pero que sea un hábito no implica que no haya habido fuerza, ni esta, ni veces anteriores. Sobre todo, ninguno de los besos anteriores ha sido televisado, lo que no lo hace más grave, sino que veremos que implican otros tipos de violencia.
Quienes se centran en el beso, están equivocados.
Hay que mirar más grande: hay que observar el entramado de relaciones de poder que puso ese beso en boca de todos.
✔ Rubiales tuvo el poder de dejarla de convocar, Jenni no.
✔ Rubiales tuvo el poder de hacer una conferencia, Jenni no.
✔ Rubiales pudo aumentar los honorarios de sus compañeros, Jenni no.
La respuesta de las futbolistas alrededor del mundo fue marcar esa diferencia de poder, ese maltrato y humillación constante que reciben en sus entornos, locales e internacionales.
Por último, quisiera sumar un punto que no veo reflejado en las discusiones posteriores: ¿se agrede con ese beso solo a Jenni? ¿Qué mensaje recibieron los millones de televidentes?
- Las mujeres jóvenes y adultas que lo vimos, observamos en pantalla la representación real de un temor cotidiano: transitamos por la vida cuidándonos constantemente. Sea en la calle, en el subte, en una fiesta, o en nuestro espacio laboral, tememos que alguien avance sobre nuestro espacio personal, sin nuestro consentimiento. Si le pasó a Jenni frente a millones de personas, ¿qué nos queda al resto?
- ¿Y las niñas y niños que vieron esa escena? Ellas y ellos pueden leer “en un momento de festejo, tu jefe te puede besar, y no pasa nada”. Esos niños vieron lo que pueden hacer, esas niñas vieron lo que les puede pasar.
Pero para muchos, al final, es solo un beso.