Niñas no madres: los dueños de todo aún gozan de impunidad
Por Marisol Andrés
Un nuevo editorial de La Nación felicita a las “niñas madres”, que a pesar de las adversidades, decidieron continuar con sus embarazos. Las coloca como ejemplo frente a quienes militan por la legalización del aborto y reproduce la concepción de la maternidad como destino biológico inexorable de toda mujer, minimizando el hecho de que una niña embarazada, es una niña violada.
Un hombre blanco y poderoso, escribe detrás de su escritorio su posicionamiento político frente a cuestiones que lo exceden, habla de lo que es natural para la mujer y de lo que ésta debe o no debe hacer ante una situación de embarazo no deseado. Siente que tiene permitido dar cualquier opinión, aún cuando excede todos los límites, y tiene el canal para hacerlo: su propio diario. No responde ante nadie y no pide permiso. El/los que escribieron la nota son clara representación del patriarcado: el jefe varón que ejerce poder sobre un grupo social.
Sin embargo, la gente respondió: el repudio se extiende en las redes sociales, y los grupos de whatsapp arden ante la indignación que genera. La sociedad se expresa hoy tomando la decisión de dar de baja la suscripción al Club La Nación y sus derivados, como una manera de que su desprecio hacia el pensamiento retrógrado y violento del autor del texto, tenga un impacto real que trascienda la mera queja. Al hombre intocable que cree que todxs piensan o deben pensar como él, hoy se le responde con un “no” contundente.
Mientras todo esto sucede, es necesario tener en cuenta que un editorial siempre refleja el pensamiento y la bajada de línea de su/s dueño/s pero no necesariamente lo hace con el de sus trabajadorxs. Tanto de manera colectiva –mediante la comisión interna de prensa de La Nación– como de manera individual, ellxs manifestaron su rechazo ante el editorial publicado.
La insistencia de lxs trabajadorxs de medios de comunicación por incorporar la perspectiva de género en sus redacciones no es mero capricho, nace de la necesidad de acompañar el cambio de paradigma que estamos protagonizando, en defensa de los Derechos Humanos de las mujeres –incluidas las niñas– y las disidencias.
Resulta preocupante observar cómo el enorme esfuerzo y trabajo que cada día realizan lxs periodistxs para informar respetuosamente sobre las violencias que sufren niñas y mujeres, choca contra un muro de poder conservador y arcaico que sigue intentando reproducir un orden de cosas en clara decadencia.