Violencia Simbólica. La madre de todas las batallas
Por Marisol Andrés
El femicidio es el eslabón final de una espiral violenta que comienza de manera mucho menos perceptible. La agresión física tiene su génesis en la violencia simbólica que estructura sentidos y prácticas. ¿Qué hacemos cuando no hay ojo morado pero sí imposiciones sociales que violentan las libertades individuales y reducen a las mujeres a objetos de consumo?
Publicidades que venden productos de limpieza sólo para ellas; marcas que ofrecen un modelo de belleza único (blanca, heterosexual, delgada, sin celulitis, siempre bronceada), canciones de moda que colocan a la mujer en una vidriera lista para ser comprada por el más guapo, el más rico, el más macho. Los productos de la industria cultural a la vez que reproducen el discurso patriarcal, contribuyen a perpetuarlo y naturalizarlo, y se convierten en factores que de manera inconsciente, generan violencia de género.
Ellas –nosotras– siempre silenciadas, sumisas, encorsetadas, madres antes que mujeres, esposas/novias antes que estudiantes/trabajadoras. ¿Qué sucede cuando lo que muestra la tele y cantan las canciones no se corresponde con la realidad? ¿Cuál es el precio que paga la mujer que decide salirse de los moldes? ¿Pasear de noche, sola y libre? ¿Vestirse sexy para ella y nadie más?
Calladita no te ves más bonita
La Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres que establece los diferentes tipos de violencia que se ejerce contra la mujer, define a la violencia simbólica como aquella “que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad” (Art. 5).
En esta línea, podemos afirmar que la violencia simbólica tiene su expresión en el lenguaje, las representaciones culturales, la identidad y los cuerpos sexuados. Y aunque invisible –o tal vez a causa de ello– legitima prácticas inscriptas en relaciones de poder desiguales, histórica y culturalmente establecidas entre hombres y mujeres. Es más: “La violencia simbólica es la que asegura la dominación y la que justifica y legitima la violencia estructural y la violencia directa” (Alberdi y Mata según Reveter, Bañón. S, 2003:46).
Para el sociólogo francés Pierre Bourdieu (2000), ésta se instituye cuando el dominado utiliza para imaginarse a sí mismo –y a la relación que tiene con el dominador–, los instrumentos de conocimiento que son producto de esa dominación. Así, la relación establecida aparece como natural.
“Las mismas mujeres aplican a cualquier realidad y, en especial, a las relaciones de poder en las que están atrapadas, unos esquemas mentales que son el producto de la asimilación de estas relaciones de poder y que se explican en las posiciones fundadoras del orden simbólico” (2000:49). ¿Cómo pretender que no intenten reproducir en sus cuerpos un modelo de belleza único cuando están sumidas en un sistema de pensamiento hegemónico que les dicta un mandato único sobre su cuerpo?
“La dominación masculina, que convierte a las mujeres en objetos simbólicos, cuyo ser es un ser percibido, tiene el efecto de colocarlas en un estado permanente de inseguridad corporal o, mejor dicho, de dependencia simbólica. Existen fundamentalmente por y para la mirada de los demás, es decir, en cuanto que objetos acogedores, atractivos, disponibles. Se espera de ellas que sean “femeninas”, es decir, sonrientes, simpáticas, atentas, sumisas, discretas, contenidas, por no decir difuminadas” (2000: 86).
Erradicar la violencia simbólica resulta vital para terminar con la violencia de género en todas sus modalidades. Para ello, es necesario, dejar de concebir a las mujeres como objetos, para reconocerlas como sujetas de derecho y desnaturalizar los espacios donde se legitima la diferencia como desigualdad. Ni callada, ni bonita a la fuerza, ni sumisa. A romper moldes, correrse de los límites, cuestionar estereotipos hasta que la libertad deje de ser privilegio masculino.
Material consultado:
- Blanco, Jessie (2009): “Rostros visibles de la violencia invisible. Violencia simbólica que sostiene el patriarcado” en Revista Venezolana de Estudios de la Mujer v.14 n.32 Caracas jun. 2009.
- Bourdieu, Pierre (2000): La dominación masculina. Editorial Anagrama, Barcelona.
- Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres.