Primeros mensajes de la administración Biden ¿El fin de la legitimización de la discriminación?
Luego de un período donde aprendimos hasta donde puede llegar la masculinidad más tóxica, llega desde Estados Unidos un aire de cambio.
Por Javier Elena
La asunción de Joe Biden el pasado miércoles 20 de enero puso fin -por ahora- a la era Trump como presidente de los Estados Unidos. Una era que estuvo marcada, desde lo simbólico, por un discurso de absoluto desprecio por causas como el cambio climático, el racismo, la diversidad sexual y de género. Un discurso que -vía uso y abuso de twitter- aprovechaba al máximo la serie de privilegios que encarnaba: varón, blanco, cis, hetero, multimillonario, que abandona la presidencia con numerosas denuncias por acoso y abuso sexual. Un discurso que intentó sostener hasta el final, cuando se negó a aceptar el resultado de las elecciones hasta el último momento. La derrota no entraba entre sus posibilidades.
Y si bien nada hace pensar que la asunción de Biden implique cambios estructurales en la política de Estados Unidos, sí han habido algunos hechos que marcan un claro cambio desde lo discursivo. Mucho se ha hablado de su compañera de fórmula, Kamala Harris, afrodescendiente, y la primera mujer en ocupar la vicepresidencia del país. Pero otros hechos van en el mismo sentido.
El gabinete
En primer lugar, la composición del gabinete. Mientras que el equipo de Trump estaba conformado en su mayoría por hombres blancos, los nombramientos de Biden muestran una composición mucho más diversa y en puestos de relevancia. Entre las más resonantes, Rachel Levine se convirtió en la primera mujer trans en el gobierno federal, al ocupar la subsecretaría de salud. Deb Haaland, que será Secretaria de Interior, es la primera mujer indígena en formar parte de un gabinete. Y también por primera vez habrá un secretario abiertamente homosexual: Pete Buttigieg, que se hará cargo de transporte. Parecería haber lugar, en este gobierno, para otros varones y otras mujeres.
La ceremonia
La ceremonia de asunción también contó con algunos elementos impensados con Trump. El himno nacional fue interpretado por Lady Gaga, referente del movimiento LGBTQ. Jennifer López cantó “This land is your land” (Esta tierra es tu tierra), en donde incluyó una frase en español: “una nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos”. Amanda Gorman, una poeta negra de 22 años, recitó The hill we climb (La montaña que escalamos), un poema con un fuerte contenido político.
Diversidad sexual, inmigración y racialidad en la ceremonia de asunción. Si bien estos hechos no modifican la realidad de las personas que padecen estas y otros tipos de violencias, elegir a estas tres mujeres para protagonizar el acto es un mensaje a toda la sociedad. Lo que un tiempo histórico habilita decir y representar también es político.
Medidas
Y en sus primeras horas como presidente, Biden tomó algunas medidas que parecerían corroborar estas señales. Determinó la vuelta de Estados Unidos al acuerdo de París y frenó el alejamiento de la OMS. Anunció un proyecto de ley que garantice derechos a los inmigrantes y suspendió la construcción del muro con México. Dio marcha atrás con la decisión de Trump de no contar en los censos poblacionales a los ciudadanos indocumentados. Levantó las restricciones a viajes de países Musulmanes. Fortaleció políticas para prevenir la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Y como detalle, pero de claro sentido simbólico, la página web de la Casa Blanca recuperó su versión en español, que había sido eliminada durante la gestión anterior.
Se trata solamente de algunas primeras medidas, algunos gestos, algunos mensajes. Pero lo simbólico tiene su peso. Y una figura como la de Trump, un claro exponente de la masculinidad hegemónica, con su retórica prepotente, intolerante, y en pocos caracteres, también construye sentido. No es casual que su gobierno haya coincidido con el auge en distintas partes del mundo de movimientos radicalizados de la derecha más reaccionaria.
Lo que queda también por ver es si con la derrota de Trump se acabó el Trumpismo. A pocas semanas de lo que fue el asalto al Capitolio, queda la pregunta de ver cuánto de ese discurso ha permeado en la sociedad estadounidense, y cuánto se puede ir transformando con gestos, mensajes, y medidas concretas.