Terminó el mundial, ¿qué reflexiones nos deja?
Por Georgina Sticco
Hace más de dos meses que el mundial ha cubierto muchas de nuestras charlas cotidianas, y se ha metido en nuestras vidas. En Argentina, fue tomando más color y amplitud con cada partido ganado.
Este año desde Grow – género y trabajo pusimos el foco en todo lo que representó Qatar 2022: desde el repudio de la selección de una sede tan comprometida con los derechos humanos (como lo fue Rusia en el 2018) al aplauso de quienes intentaron traer el tema de la defensa de estos derechos (periodistas, jugadores, algunas selecciones). También analizamos 45 publicidades para identificar los estereotipos presentes (vean acá el informe).
Ahora, va mi reflexión final.
No nos olvidemos, nos guste o no, que al menos la mitad del mundo mira y vive este evento. Con lo cual, todo lo que se dice y pasa tiene un impacto enorme en miles de millones de personas. Y eso trae una super responsabilidad en quienes participan de este juego: empresarios, marcas, selecciones, arbitraje, seguridad. Esta responsabilidad muchas veces no es apropiada, es decir, quienes la tienen no saben que la tienen.
¿Saben los jugadores que cuando hacen gestos obscenos o dicen insultos utilizando lenguaje homofóbico avalan con sus gestos a que otros niños, jóvenes y adultos los repliquen? ¿Son conscientes que con su hacer están legitimando qué comportamientos violentos se repitan?
Nuestra mirada crítica, mi mirada crítica, no es para juzgar a ninguna persona en particular, porque todos somos parte de una sociedad, y quienes participan de este juego son reflejo de esa misma sociedad. Desde este lugar, de crítica social, es que quiero rescatar lo positivo y lo negativo que vimos en este mundial.
Todos somos personas imperfectas. Quienes estamos en un proceso de deconstrucción sabemos que no hay un camino de llegada en el que podemos decir: “ya está, estoy 100% deconstruida/o”. En esos grises vimos masculinidades que cuidan, que se preocupan por sus compañeros, que se apoyan, que están atentos a su familia. Amé el mensaje de Tití Fernandez, el periodista deportivo argentino, que se jubila, y en su último saludo le habla a su mujer “Norita, en dos días llego para cuidarte”, porque ella está con COVID, ó a Messi ó Scaloni que después de recibir sus premios, se sacan fotos con sus hijos y sus parejas. O cuando el Dibu reconoce que necesita el apoyo de su psicóloga para enfrentar lo que sigue. O cuando Scaloni, siempre humilde, no se permitió criticar a otra selección o al arbitraje. Esta selección, como ninguna otra, nos regaló miles de mensajes y enseñanzas de lo que son las masculinidades positivas.
Pero así como nos regalaron esos momentos, nos dieron otros de lo que ya como sociedad no queremos más. No queremos más insultos ofensivos contra cualquier colectivo de personas, no queremos más gestos obscenos, no queremos más naturalización de cualquier tipo de violencia.
Porque lamentablemente, nos cuesta tanto reducir y erradicar la violencia de género, y en gran parte es porque la seguimos justificando. ¿O acaso no escuchamos más de una vez “que así es el fútbol”, “que estaban calientes”, “que lo que pasa en los vestuarios siempre es así”? Bueno, pienso que tiene que dejar de ser así. Desde el club de barrio, hasta el club más importante del mundo, tenemos que ser conscientes de lo que hacemos y de los mensajes que transmitimos.
Para que realmente, cuando se dice que el “fútbol es para todes”, en ese “todes” haya inclusión.