Violencia Laboral: Todo lo que no hay que hacer al pedir disculpas
Por Georgina Sticco y Azul Picón
En los últimos años se han realizado distintos pedidos de disculpas cuando una persona mediática recibe denuncias de violencia laboral. Ante el último caso conocido, las denuncias contra Antonio Laje, nos pareció importante re-escuchar y analizar detenidamente su discurso, dado que los pedidos de disculpas son importantes, siempre y cuando se paren desde la sinceridad, la escucha. En nuestra conclusión, este discurso que desmenuzaremos en este artículo, no es un pedido de disculpas, sino una larga justificación de un accionar cotidiano y muy naturalizado dentro de los ámbitos laborales, sobre todo en los medios de comunicación.
¿Cómo se mide una lectura correcta de lo sucedido? Pasamos a continuación una serie de puntos guías para el análisis:
No negar la violencia
“Quiero dejar en claro que acá no hay maltrato”
En las últimas disculpas se considera al maltrato como una cuestión subjetiva, que lo es, pero al mismo tiempo deslegitima que haya sucedido. Lo primero que podemos hacer es reconocer que puede ser que hayamos tenido un comportamiento violento, sin intención de herir. Si alguien se sintió mal no podemos argumentar que no existió el hecho. Frases como estas indican que no se está escuchando a los reclamos.
No justificar el maltrato
“No es fácil este trabajo no se soporta fácilmente… todas las señales a esta hora estamos todos con lo mismo. Es muy difícil este trabajo con la tensión con la que se trabaja.”
“No soy chispita, no soy campanita. soy tímido.”
“Tengo un humor de perros, cuando las cosas salen mal me enojo.”
“Puedo exigir mal”
“Este es el trabajo, esta es la televisión”
Ninguna razón justifica el maltrato. Ni el estrés, ni el cansancio, ni las horas de trabajo, ni una personalidad tímida o malhumorada te da el derecho de maltratar a otras personas. Como personas adultas debemos hacernos cargo de nuestras propias emociones, y si uno no está en condiciones de trabajar en equipo por el nivel de estrés en el que se encuentra, el que se debe correr a un costado, para descansar y revisar sus vínculos es quién maltrata, el equipo de trabajo no tiene que tolerar esta situación. En ningún trabajo, en ninguna industria se puede justificar el maltrato.
No desviar la culpa en otro
“Porque ustedes se merecen lo mejor. Ni siquiera lo oculto (cuando me enojo)”
Espero que las personas espectadoras se hayan dado cuenta de este pequeño truco, que no habíamos leído en otras disculpas. El problema es del público que se merece lo mejor, lo mejor se hace con exigencia, la exigencia habilita el enojo, que sucede en cámara, así que el público también es responsable, porque lo vió y no dijo nada. Y la verdad es que duele, pero en un punto tiene razón: ¿llamamos al canal para criticar sus modos sí los vimos? ¿que teníamos que perder nosotros como espectadores? La verdad que no perdíamos mucho, al contrario que los/as trabajadores, que se juegan sus puestos de trabajo si denuncian.
Escribiendo esto, cambió de opinión: fue una buena movida pasar la responsabilidad de la persona denunciada, no dársela a la institución y pasarla directamente al público.
Nuestras malas experiencias previas no justifican al maltrato
“y lo hice rompiéndome todo. Porque yo creo en el esfuerzo, yo creo en el mérito, yo creo en las exigencias, yo no creo en los maltratos.”
Otro gran error es pensar que el esfuerzo o nuestra experiencia previa nos da vía libre para maltratar a otros. No importa lo difícil que haya sido nuestra carrera profesional, no justifica el maltrato. Nadie se merece tener que pagar un derecho de piso, solo porque así nos pasó a nosotros.
Por otro lado, el esfuerzo, el mérito, las exigencias, tampoco justifican el maltrato. Uno puede creer en el mérito, pero los vínculos siempre, siempre deben ser sanos. Es importante resaltar que el perfeccionismo no se relaciona con el maltrato. Uno puede querer dar lo mejor y exigirle lo mismo a su equipo, y hacerlo de una manera amorosa.
Todo lo laboral, también es personal
“Me enojo desde lo laboral y no desde lo personal”
“yo tengo que entender que si para esto es trabajo queda en el trabajo.”
Otro grave error es pensar que lo que sucede en el trabajo, solo queda en el trabajo y no es personal. Cuando un enojo va dirigido a una persona, sea por la razón que sea, es personal. No hay manera que la otra persona no se lo tome como personal. Esta división de ámbitos no es real y muestra muy poca empatía con el entorno.
No se pueden negar las denuncias realizadas en otros medios
“No hay ninguna denuncia hacia mí”
“No ando en la sombra, no me escondo en redes.”
Negar lo que está pasando es muy común, preferimos quedarnos con una imagen nuestra más benévola, que la justificamos en función de lo que aprendimos o de quienes creemos que somos.
Por otro lado, decir que no hay denuncias, cuando en las redes si las hay (y con nombre y apellido), es seguir rechazando la escucha. Las redes sociales son un canal para poder expresar lo que sucedió cuando no encontramos otros canales. Puede no haber denuncias formales en los canales oficiales provistos para la organización, debido a múltiples razones: desconfianza en quien va a leer la denuncia, miedo a perder el trabajo, o a tener otras represalias. De todas maneras, que no haya denuncias no invalida el reclamo, el maltrato existe se haya denunciado o no.
Hacer oídos sordos a los radios pasillos, a lo que se cuenta a un/a compañeros/a de trabajo, o si lo subió a las redes, no es actuar con responsabilidad, al contrario. En una empresa nos comentaron una regla que nos pareció maravillosa “ninguna charla entre compañeros/as de trabajo es de café. Si me entero de algo que está mal, todos sabemos que somos responsables si no hacemos algo”.
No se debe involucrar a la familia (ni a los valores personales)
No soy una persona maltratadora, tengo unos valores enormes.
Otro error es utilizar a la propia familia y a los valores aprendidos, como escudo hacia los maltratos. Tener una familia constituida, no es aval de buen líder. Que nuestra familia nos haya educado en “buenos” valores, no es aval de sostener vínculos laborales saludables. La moraleja: podes tener grandes valores, y sin embargo encontrarte teniendo comportamientos agresivos.
Cuidado con el doble sesgo
“Este es un ataque feroz para destruirme, y destruir a mi familia.”
“con la violencia, virulencia, maldad, agresión, que estuve viviendo y mi familia”
Es interesante este doble sesgo: que sea incapaz en reconocer sus maltratos también pudieron salirse del ámbito laboral y afectar de manera negativa y cotidianamente a sus compañeras/os de trabajo.
Por otro lado, siempre en una situación de este tipo, el impacto se extiende a nuestro entorno. Pero eso no es disculpa, ni justifica el maltrato. Ser personas adultas también es hacernos cargo de nuestros errores.
Hay un cambio de paradigma y tenemos que adaptarnos
“Evidentemente las cosas cambian y a veces uno no cambia con el ritmo que tiene que cambiar.”
“Uno no entiende de qué es maltrato y para mi está bien y para otra persona no.”
Esta frase si es cierta y muy acertada. Los tiempos cambiaron y como sociedad hemos aprendido a identificar que hay comportamientos que son intolerables en todos los espacios, incluyendo los laborales. Un Convenio como el 190 de la OIT es un hito histórico que nos permite revisar todo lo que pensamos en relación a los vínculos laborales.
Y es responsabilidad de las instituciones capacitar a los/as trabajadores/as sobre este nuevo modelo, para que el “no saber” no sea una excusa de la violencia.
No reconocer los propios privilegios es parte del problema
“estamos acostumbrados tocar distintos resortes de poder”
“tengo claro que quieren liquidarme.“
Esta frase esconde un poco su propio entramado de poder: tener 30 años de experiencia, ser de las personas con mayor antigüedad en el equipo, ser hombre, reconocido, tener vínculos de amistad dentro del espacio de trabajo. Todas características que hacen que la persona que agrede está en situación de mayor poder que a las personas sobre las que ejerció el maltrato: por la diferencia en experiencias, en autoridad, por edad, por género, por reconocimiento.
Pensar que las denuncias vienen por que uno es quien es, por el rol que ocupa y no por acciones concretas, también es deslegitimar lo que se dice, y muestra nuevamente la falta de escucha.
No tener intencionalidad no hace que nuestro comportamiento no sea violento.
“tengo la tranquilidad de que jamás quise maltratar a nadie.”
Desde la ratificación del Convenio 190 de la OIT, noviembre de 2020, la intencionalidad no es parte de la violencia. Mucho mejor que la persona no tuvo la intención de dañar a otra, pero no quita que pudo, igualmente tener un comportamiento violento.
Las instituciones siempre son responsables
“Y estoy en un canal de tv donde no me dejarían maltratar a nadie.”
Que suerte, lastima que los líderes dijeron que no sabían lo que pasaba en el piso, ¿no? Entonces ¿sabían o no sabían? Independienteme de las respuesta, son responsables, siempre tienen que conocer como es el clima de trabajo, porque habla de ellos.
Estar sensibilizado con una denuncia, es un paso.
“¿saben que? no me importa llorar”
“para mí es dificilísimo hablar de esto.”
“tengo el corazón partido”
Tenemos que analizar cómo construimos las masculinidades, que aún en el aire es necesario disculparse o hacer una aclaración por llorar. Esta muestra de afección puede leerse como que el tema llegó, pero queda pendiente entender si en esta oportunidad pudieron reflexionar sobre lo sucedido o no. Porque podemos emocionarnos por la bronca que tenemos con lo que nos pasa, y culpar al entorno de nuestra situación, pero no entender ni escuchar lo que nos están diciendo. Ojalá las lagrimas sean de pena, pero no por lo que me están haciendo sentir a mí ahora, como persona agresora, sino por lo que hice sentir a otros, por mi maltrato.
La violencia suele tener una larga temporalidad.
“tuve una semana durisima”
Quienes sufren violencia, en organizaciones donde no se trabaja el tema y no tienen canales activos que puedan detectarla a tiempo, suelen sufrir durante meses o años la violencia laboral. Ser denunciado es difícil de aceptar, pero esto no invalida el sufrimiento de otros.
Si llegaron a leer hasta acá, gracias por interesarse en el tema, queríamos además decirles que esto no es la TV, esto es violencia laboral, y es la violación de un derecho humano.