La fuerza de la violencia simbólica radica en su invisibilización, es decir, en que percibimos como naturales conductas y comportamientos que hemos internalizado en nuestro proceso de socialización.
La Violencia Simbólica se define en Argentina como la “que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, (…)”. Desde Grow – Género y Trabajo invitamos a reflexionar sobre su impacto en el desarrollo profesional de las personas.
Visibilizando la violencia
La fuerza de la violencia simbólica radica en su invisibilización, es decir, en que percibimos como naturales conductas y comportamientos que hemos internalizado en nuestro proceso de socialización –en la familia, la escuela, la industria cultural, los espacios de trabajo, entre otros– y que se nos han hecho propios a través de la expresión en el lenguaje y los sesgos mediante los cuales muchas veces miramos el mundo y tomamos decisiones.
Además, la violencia simbólica, se apoya en estos estereotipos, mensajes y valores que atraviesan nuestras vidas y que reproducen la dominación y la discriminación. Tal como señala el sociólogo francés Pierre Bourdieu, se imponen de manera tal que ocultan o disimulan las relaciones de poder asimétricas en las que se fundan, haciendo que su legitimidad sea compartida por todos/as.
Impacto en el desarrollo profesional
Las mujeres y personas de otras identidades de género, deben enfrentarse en sus espacios de trabajo a situaciones de violencia como cuestionamientos, burlas, chistes y discriminación, que se hacen más frecuentes cuando eligen profesiones o trabajos que no están asociados al rol que se les han asignado socialmente.
Por ejemplo, a ellas se les exige cierta presencia física y estilo de vestimenta, así como también se espera que desarrollen actividades adicionales a sus funciones y que están asociadas a lo doméstico (limpieza, decoración, organización, etc). A su vez, se las evalúa en aspectos personales tales como los proyectos de pareja, crianza y cuidado de hijos/as que no tienen el mismo peso al momento de evaluar a los varones.
Con el objetivo de conocer la situación actual, Grow – Género y Trabajo (2022) realizó una encuesta online en la que se observan dos hallazgos principales. El primero está relacionado a la incidencia de la violencia simbólica en el trabajo, que impacta de manera diferencial según el género: el 90% de las mujeres cis, el 86% de las personas de otras identidades y el 44% de los varones cis mencionaron haber experimentado este tipo de violencia alguna vez.
El segundo, tiene que ver con los planes familiares y a quiénes se asocian los roles de cuidado. En este sentido, al 47% de las mujeres cis le hicieron alguna vez una pregunta sobre este tema durante una entrevista laboral. Este número desciende en el caso de las personas de otras identidades (30%) y de los varones cis (29%).
La necesidad de una transformación cultural
Desde Grow- Género y Trabajo consideramos que erradicar la violencia simbólica resulta vital para terminar con todas las otras violencias que se producen en el marco de las relaciones laborales. Por ello, este año, nuestra campaña anual de sensibilización está focalizada en sensibilizar sobre esta problemática con el objetivo de promover espacios de trabajo inclusivos y libres de violencia.